Ángel tiene cinco años y hasta hace poco su vida transcurría como la de que cualquier otro niño de su edad. Una mañana antes de ir a la escuela, Juan Manuel papá de Ángel, jugaba con él cuando comenzó a notarlo con algunos comportamientos extraños: lo veía ausente, luego corriendo sin sentido, riendo de una manera distinta, y fue entonces cuando se dio cuenta de que algo no estaba bien.

Era algo que no nos esperábamos, un año antes le habíamos hecho estudios de todo porque traía un retraso en el desarrollo del habla y no tenía nada. Realmente todo fue muy rápido”. Comentó Juan Manuel, papá de Ángel.

Fue atendido de inmediato por su pediatra y después de realizarle algunos estudios, encontraron una lesión en su cerebro. No había tiempo qué esperar y Ángel ingresó a su primera cirugía donde solo pudieron tomar una biopsia que arrojó el diagnóstico: astrocitoma grado 3, una tumoración en el cerebro que ponía en peligro su vida.

Cuando te dicen es cáncer, es una palabra que nadie queremos escuchar. Sí es primero una lluvia de emociones de todo. Tener esperanza, tener fe en que todo va a estar bien, pero también hay miedo, la incertidumbre.” Mencionó Magaly, mamá de Ángel.

El tratamiento posterior comenzó y recibió 3 ciclos de quimioterapia que por desgracia no dieron el resultado deseado. El tumor seguía creciendo y en esta ocasión ya afectaba su nervio óptico y le impedía ver con claridad.

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Por sugerencia de su neurocirujano, Ángel necesitaba una segunda operación que le diera la oportunidad de luchar y salir delante de este mal momento. Magaly y Juan Manuel, sus papás, buscaron en todas partes una oportunidad para su pequeño y fue así como llegaron al programa Neuronitas Valientes donde en abril de este año, por fin recibió la cirugía que permitió retirarle el 80% de la tumoración de su cerebro.

Yo pienso que Dios movió algunos corazones e hizo posible que pudieran aceptar a Ángel en el programa de Neuronitas Valientes." Expresó Juan Manuel, papá de Ángel

“Siempre da miedo cuando entra alguien a quirófano por los riesgos que tienen todas las cirugías” dice Magaly, mamá de Ángel, pero recuerda la confianza y seguridad que les transmitía su neurocirujano. Agradece a quienes salían a avisar, durante el procedimiento, que todo iba bien; pues los mantuvo tranquilos. “Nos sentimos como en familia”, menciona, porque a pesar de que Ángel estaba en terapia intensiva, él se quedaba tranquilo porque todas las enfermeras, médicos y el personal del hospital lo hacían sentir querido, a gusto y confiado. Dan gracias a todo el equipo por poner sus dones al servicio de los demás y hacer que los milagros sucedan.

Actualmente, el astrocitoma que padece Ángel es de bajo grado por lo que sigue su tratamiento con quimioterapias y esperan que pronto reduzca aún más su tamaño con la esperanza de que todo esto se convierta en solo una parte más de su historia.

Hacemos lo que está en nuestras manos y dejamos la otra parte en manos de Dios.” Finalizó Magaly.